
Edson David
Rodríguez Uribe

Destellos
Siempre me he preguntado qué es lo que más amo de mi vida. Es muy difícil elegir una cosa o dos. Cada instante a tu lado me desborda el corazón. Sin lugar a dudas, lo primero que amé de ti fue tu sonrisa espontánea y estruendosa: llenabas los lugares con tu energía maravillosa y nadie podía resistirse a tu felicidad.
Sin embargo, despertarme primero que tú y verte dormir se convirtió en uno de mis mayores placeres: serena, tranquila, pausada. Como si el volcán que te habita se estuviera preparando para reventar. Últimamente, me despierto en la madrugada, agitado, y sólo me tranquiliza verte dormir.
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Buenos días
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Buenos días, amor
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¿Te he dicho que es extraño despertarme y ver que me estás mirando fijamente?
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Sí
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¿Otra vez ese sueño?
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Otra vez, cada vez con más detalles.
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¿El mismo gato negro?
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Sí, pero ahora me vi las manos.
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¿Las manos?
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Sí, sostenía una copa de vino.
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No entiendo como puedes soñar siempre con lo mismo y no recordar los detalles.
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No lo sé, tal vez mi mente los bloquea.
Es la misma conversación desde hace un tiempo. Tengo el mismo sueño, me despierto antes de que amanezca porque no quiero que el sueño avance, me perturba. Así que me quedo mirando a mi esposa hasta que ella despierta, sólo así vuelvo a estar en paz.
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Papá !!!
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Mamá !!!
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Yo voy a llegar primero !!!
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Yo me voy a meter en la mitad de los dos !!!
Dos terremotos se acercan a toda velocidad. Me da pánico cuando las niñas corren por la casa: siempre pienso que se van a golpear. Hasta que abren la puerta de la habitación y se lanzan encima de nosotros.
Vale suelta una carcajada y las recibe con los brazos abiertos. Yo me hago el dormido, y las dos se me tiran encima y me sacuden hasta que no aguanto más. Verónica y Victoria son incansables, apenas un año de diferencia, tienen cinco y cuatro años, y heredaron la energía de su madre: se ríen a carcajadas, corren por todo lado, no pelean, pero son tan competitivas que me da un poco de miedo.
Nunca traté de entender la vida, sólo la fui viviendo tal como se me presentó. Llegué a mis cuarenta años con la convicción de que nunca iba a ser padre. Y, sin pensarlo, la mujer de mis sueños llegó un día y nunca se fue. Lo cambió todo: me revertí la vasectomía, compré una casa con un jardín grande, tuve dos hijas hermosas. Y esas tres mujeres se convirtieron en el centro de mi vida. Junto con mis padres y mi abuela, ellas me han hecho más feliz de lo que jamás hubiera imaginado.
Tomé decisiones radicales: enfrentar mis vicios, enfocar mis esfuerzos y dedicar cada segundo a construir una familia feliz. No me arrepiento de nada. Soy un hombre feliz. Lo único que me inquieta es que a veces sueño bobadas y me despierto asustado. Pero mi terapeuta me dice que no me preocupe, que seguro debe ser la representación de algún miedo, pero que ya lo solucionaremos.
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Amor, te tejí algo. Sé que te lo había prometido desde hace años, pero no había tenido el tiempo suficiente.
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¡Mateo! Jajaja, te amo. Cuando me dijiste que ibas a tejer una versión miniatura de Mateo, me encantó la idea; pero con tanta cosa, se me había olvidado.
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Diez años juntos, ya era hora de cumplir mi promesa, así como tú has cumplido las tuyas.
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¿Mis promesas? ¿Cuál de todas? ¿Las niñas? ¿El sexo salvaje? ¿La casa llena de girasoles y libros? ¿Las conversaciones eternas?
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Todas las promesas.
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Tal vez, Mateo tejido en miniatura es lo único que te faltaba por cumplir. De resto, me has hecho tan feliz, que hasta olvidé cómo era mi vida antes de que tú llegaras.
***
Cuatro de la mañana, el freno brusco de un carro me despertó, me levanté agitado, asustado, caminé hacia la ventana lentamente a ver qué había pasado, ya no había ningún carro, Bogotá estaba en silencio, quieta y tranquila. El silencio de la noche profunda hace que la ciudad se vea hermosa.
Se me quitó el sueño, así que me senté frente a la ventana de la sala. Muchas ideas dan vuelta en mi cabeza, el maullido de Caronte me devuelve a la realidad, gato loco, nocturno, astuto. Me encanta cuando viene a acompañarme en la madrugada. Se mueve muy despacio y salta como si yo fuera una de sus presas. Cuando me doy cuenta, ya está sobre mis piernas.
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Espérame, loquito. No te me subas todavía, me voy a servir un vino.
Amo este plan: ver amanecer en silencio, disfrutar del juego cromático que se transforma a cada minuto, resaltando la silueta de los cerros bogotanos. Lo supe desde que vivía en Nueva York: el mundo puede ser muy lindo, pero mi lugar es Bogotá: la ciudad de la furia.
Me quedo en silencio, pensando en cómo llegué hasta aquí, muevo mi vino lentamente, en círculos, acaricio a Caronte mientras ronronea y se acomoda, miro mi copa y los colores del amanecer me vencen lentamente.
***
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¡Sueño de mierda! ¡Ya no más!
Di un brinco y quedé sentado en la cama, sudando y temblando, al borde del llanto.
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Amor ¿estás bien? Tranquilo, fue sólo un sueño.
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El mismo sueño.
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Respira, todo está bien. Yo estoy contigo.
Después de tantas noches, finalmente me quebré, lloré sin poder contenerme, y Valentina sólo me abrazaba y lloraba conmigo.
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¿Papá, estás bien? – gritó Victoria mientras caminaba medio dormida por la casa.
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Estoy bien, mi vida, ve a dormir. – respondí, tratando de tranquilizarme.
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Papito, ¿por qué lloras? – me preguntó, entrando a la habitación.
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No es nada, amor, vamos a dormir. – susurré, secándome las lágrimas y alzando a la nena.
No puedo seguir así, tengo una vida perfecta. Amo a mi esposa, amo a mis hijas, amo a mis padres, me encanta mi trabajo, disfruto del tiempo con mis amigos. Tengo una vida perfecta. Necesito dormir bien.
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Amor, sé que ya me habías dicho que no, pero qué tal si probamos con un psicoanalista. La terapeuta lleva mucho tiempo tratando de encontrar la razón y no ha sido posible.
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No quiero que me mediquen.
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Es sólo para que puedas descansar. Estás durmiendo muy pocas horas.
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No quiero que me mediquen.
***
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El viejito todavía se mueve. Casi cincuenta años y sigue jugando.
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Papi, lo que bien se aprende, nunca se olvida.
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¿Se toma una cervecita?
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No no, me voy porque no le dejé comida a Caronte. No quiero que haga daños.
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Marica, sería bueno que consiguiera novia. Se va a enloquecer usted en ese apartamento solo.
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No estoy solo, tengo a Caronte.
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Peor, se la pasa hablando con un gato negro. Con razón los estudiantes dicen que usted se enloqueció.
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Que me volví marica, es lo que dicen. Pero no, ninguna de las dos.
***
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Profesor, buenas tardes. Me alegra que se haya animado a venir. Entiendo que no quiere medicación.
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Así es, mi trabajo me exige estar lúcido, y no quiero estar botando babas como un macaco.
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Jajaja, no se preocupe, no planeo medicarlo, me gustaría probar otra cosa con usted.
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No vaya a experimentar vainas raras, hágame el favor.
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Jajaja, no es nada raro, la hipnosis está más que comprobada. Podremos saber cuál es el origen de sus sueños.
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Mire, yo la verdad no creo mucho en estas vainas. Y lo último que quiero es que vaya a revolcarme la cabeza. Yo estoy bien, sólo necesito dormir.
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Claro que sí, profesor. Acompáñeme, recuéstese en el diván y relájese.
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No me vaya a violar. Jajaja
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Jajaja, no se preocupe, me gustan sin barba. Jajajaja
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Jajajajaja
Tic tac
Tic tac
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Concéntrese en el sonido del segundero, concéntrese en mi voz, cierre los ojos, relájese.
Tic tac
Tic tac
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Cuénteme, ¿qué ve?
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Veo a mis hijas, Verónica y Victoria, están jugando en el jardín.
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¿Cómo son?
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Hermosas, sonrientes, de piel trigueña como su madre.
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¿Quién es la madre de las niñas? Hábleme de ella.
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Laura Valentina, mi esposa: 1.70, cabello largo, sonrisa amplia, una mujer espectacular.
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¿Ve algo más?
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A Caronte, mi gato.
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¿Dónde está?
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En mi apartamento, en Chapinero, siempre se queda solo, me acompaña en las noches.
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Pensé que estaba en un jardín.
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…
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Profesor, ¿en el apartamento o en el jardín? Dígame qué ve.
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…
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¿Profesor?
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¿Qué me está haciendo? ¿Qué me está haciendo?
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Tranquilo, profesor, tranquilo. Éste es un lugar seguro.
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¿Dónde estoy? ¿Qué me está haciendo?
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Tranquilo, profesor, cuando escuche los dedos, va a abrir los ojos.
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Suélteme, hijo de puta, ¿quién le dio permiso de amarrarme? Suélteme.
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Tranquilo, profesor, tranquilo. Lo soltaré tan pronto se calme.
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¿Dónde está mi esposa? ¡Los vamos a demandar! Ustedes no tienen derecho a amarrarme.
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Tranquilícese, profesor. Fue necesario, lleva meses hablando de una esposa y de dos hijas que sólo están en su imaginación. ¡Fue necesario traerlo aquí!
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¿Dónde están mis niñas? La puta madre, suéltenme !!!
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Profesor, tranquilícese, por favor. Recuerde, usted es profesor universitario, vive con su gato Caronte.
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¿Caronte?
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Sí, señor. Caronte lo está esperando en su apartamento. Tranquilícese, por favor.
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¿Y mi familia?
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…