Edson David
Rodríguez Uribe
Mi Cadáver
Hoy entierro mi cadáver. Lo sepulto bajo metros de palabras, porque eso es lo que soy. Durante toda mi vida adulta, he intentado amar sin crecer, sin aprender. He cometido errores y no los he aceptado; de hecho, he buscado argumentos para justificar comportamientos que dañan a las personas que me rodean.
Ése que he sido, sólo me ha dejado fracasos, me ha alejado de la plenitud emocional y se ha refugiado en insignificantes triunfos que sólo han alimentado el ego, pero no el espíritu.
Para estar a tu lado, debo ser mejor que ayer: mejor en todas las facetas de mi vida. Sin duda, la más importante es la madurez y responsabilidad emocional. Hasta hoy, he tomado decisiones que me hacen muy feliz, he eliminado todas las fugas de energía que puedan afectarnos y me he concentrado única y exclusivamente en nuestro bienestar.
Me hace feliz sentirme especial a tu lado. Me llena el corazón ser tu novio y que seas mi novia. El día en el que te pedí que lo fueras, sentí una alegría de adolescente, elegí la forma más inocente y pura de hacerlo: escribir un acróstico y preguntarte si querías ser mi novia como lo hacen los niños en el colegio.
Eso tiene una razón: contigo, mi vida emocional volvió a nacer. He vivido tormentas durante un par de décadas y no he sido lo suficientemente inteligente para salvar mis relaciones, solo me he salvado yo. En la media noche del 6 de octubre, decidí volver a nacer a tu lado. En el despertar del 7, muy temprano, me dije: “eres el novio de la mujer de tus sueños”, y no pude evitar sonreír.
Libre de ego y pletórico de felicidad, sentí ingrávido cada paso que daba al caminar. Miraba a todas las personas a mi alrededor, desconocidos todos, y me entraban unas ganas enormes de gritarles: ANDREA ES MI NOVIA. Mi energía fuiste tú durante todo el día, no paré de sonreír y llegué a casa a escuchar tu voz, que amo con todo lo que soy.
Ya tendré tiempo de contarte detalles sobre ese día. Solo quiero decirte que el 7 de octubre de 2022 se ha convertido en uno de los días más importantes de mi vida, porque volví a nacer.
Despertarme el 8 y leerte tan feliz, me recargó aún más. Llegué al almuerzo, lleno de ti. Capaz de cualquier cosa. Llegué a mi partido de fútbol con energía de sobra y, luego del infortunio, la felicidad que me habitaba fue más fuerte que la obvia realidad y terminé convirtiéndome en la figura de un partido esperado por meses.
Pero la felicidad es efímera. Te sentí distante y fría. Y tuve que esperar muchas horas para entender que esta relación es mi gran oportunidad para volver a nacer. Eres parte de mí: pronto vivirás en mi piel y desde hace semanas (o meses) vives en mi corazón.
Algún día te dije que debía hacer más de veinte minutos de ejercicio al día para estar en forma. Y tu versión más sagitario me respondió que debía volver a nacer. Ahora entiendo que es verdad: es momento de volver a nacer. Entierro mi cadáver bajo estas palabras y empiezo a construir un nuevo diccionario para nosotros dos: soy un hombre capaz de amarte como a su primer amor, como a la mujer de sus sueños, como su más grande tesoro.
Eres mi tesoro, eres mi montaña y mi dragón. Amas el frío porque estás hecha de fuego. Necesitas el frío porque el calor está en tu interior; y mi papel aquí es que ese fuego que te habita crezca y seas cada día más poderosa y radiante. No voy a permitir que se enfríe tu corazón ni se hiele tu montaña.
Buscaré palabras nuevas, sólo para nosotros dos. Y si no las encuentro, las inventaré: pudo hacerlo Cortázar, podré hacerlo yo. Le doy santa sepultura al cadáver de aquel que fui. Me presento ante ti, renacido, dispuesto a TODO lo que sea necesario para que nuestro fuego crezca. Cuenta con todo mi ser, con todas mis fuerzas y con la vehemencia de un enamorado decidido a que la mujer de sus sueños sea feliz cada día de su vida.
Ése que he sido, murió.
Este que está ante ti, con sus manos y su corazón abiertos, acaba de nacer.
Te prometo que crearé un idioma nuevo, de ser necesario, para que nuestro hogar sea único e irrepetible.
Te quiero, mi Dragón