
Edson David
Rodríguez Uribe

sexo o amor?
La moneda gira en el aire, sin importar la cara que vea el sol, mi destino será el mismo: abandonar lo que esté haciendo y salir corriendo.
Nunca abandoné un partido de fútbol, eso sí, hay prioridades. Pero sí abandoné mi trabajo muchas veces, dejé a mi familia botada y falté a muchas reuniones de amigos por ir detrás de mi deseo.
En una cara está el placer efímero, ése que se consuma en el acto, que no tiene brillos ni arreboles. Una fogata voraz que se devora a sí misma. Tan única, que toda oportunidad perdida es irrecuperable.
Perdí algunas, pero más del 90% de las veces que la moneda cayó con el sexo hacia arriba, yo agarré el carro, la moto, el bus, el avión o lo que fuera necesario por ir detrás de mi deseo. Muchas veces, sabiendo que la probabilidad era casi nula.
Y aproveché esas oportunidades de satisfacer mi deseo, aunque pusiera mi vida entera en riesgo: hacerlo mientras manejaba a alta velocidad, encerrarme en un salón con alguna estudiante o hacerlo sin protección en cualquier lugar público.
Es casi un milagro que no tenga hijos, que no haya estado en la cárcel o que no haya dado volteretas en un carro.
Me sorprende haber pasado tanto tiempo sin sexo, meses, años. Bueno, meses, nunca he estado años. Y aunque siempre me he jugado la vida por un buen orgasmo, el verdadero problema es que la moneda caiga del lado del amor.
Es como si toda mi vida se reorganizara de un momento a otro, y mis prioridades se fueran a un pozo. Cuando me enamoro, sólo pienso en el bienestar y en el placer de la persona amada: me desbordo en atenciones y vivo a su servicio. No importa cuán descabellados sean sus deseos, yo los cumplo sin miramientos: renunciar a mi trabajo, tatuarme su rostro, irme a vivir a otro país.
Por lo menos cuando se trata de sexo casual, desde el principio sé que el antojo se me va a pasar, pero cuando se trata de amor, no sé cuáles son los límites.
No sé si necesito una pareja para ser feliz, pero sí sé que soy muy feliz cuando estoy en pareja.
Seguramente tengo muchos momentos de felicidad desbordada cuando estoy soltero. Sin duda, cada momento con mis padres es un momento feliz; cada segundo en una cancha de fútbol es un momento de plenitud; o cuando salgo a bailar, o los atardeceres en el mar o en la montaña; las reuniones familiares, los abrazos con mis amigos...
En la lista de las cosas que me hacen feliz, debería poner mis logros académicos y laborales, pero realmente no me dan felicidad, sólo me dan satisfacción.
Me da felicidad la gente: en mi último trabajo en Colombia, estuve como director de una carrera profesional en Bogotá. Era una carrera virtual, así que no conocía personalmente a muchos de los estudiantes. Después de renunciar a mi cargo luego de muchos años, participé en un evento grande al que me invitaron. Y allí vi por primera vez a muchos de los estudiantes para los que había trabajado.
Me dio satisfacción verlos graduarse como profesionales, pero me dio felicidad sentir sus abrazos y sus muestras de afecto. Sonreían y me apretaban como si fuera parte de su familia.
No sé si estoy siendo claro. Hay muchas áreas de mi vida que me dan satisfacción y alegría. Vivo una vida envidiable, conozco gente muy interesante, echo chisme en cinco idiomas cada día, me divierto en serio con las cosas que elegí vivir, pero siempre hay una moneda en el aire.
Y cuando esa moneda cae, todo lo demás se paraliza.
Si cae del lado del sexo casual, no importa que esté a mitad de una clase o rumbo a un funeral, simplemente abandono todo y me voy a disfrutar del placer más banal que existe.
Si cae del lado del amor, todo se va a la mierda, porque no sólo cancelo los planes del día, sino que empiezo a vivir en función de ser feliz en pareja, sin importar que descuide muchas otras de mis responsabilidades.
La moneda está siempre en el aire.
Justo ahora, no quiero que caiga en vano: no quiero sexo mediocre ni relaciones pasajeras.
Si cae del lado del sexo, quiero que sea bueno en serio, de esos que encienden en llamas a cualquiera sólo con su recuerdo. De esos que no tienen límites ni condiciones, sino que son dos fieras devorándose entre sí, dos depredadores dispuestos a acabar con su oponente.
Si cae del lado del amor, se abre un hoyo negro justo donde la moneda tocó el suelo. Y todo lo que importa en la vida se va por ahí, sin límite ni restricción.
"Puedo ser feliz y pleno como individuo, sin necesidad de depender de una relación romántica para encontrarme completo".
Seguro, no se trata de poder, se trata de desear, de apasionarse, de vivir el amor y el deseo como motores con energía ilimitada que te llevan en direcciones desconocidas.
Quiero paz en mi mente, pero jamás seré un ser de luz que olvida sus genitales ni su corazón. Tengo la energía sexual de un conejo o de una rata, y quiero irme a dormir en paz cada noche, pero no apagar el fuego que me habita. Porque sin él, jamás habría escrito ni una sola línea en mi vida.