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Gracias

Aunque ya nada sea...


 

No soy un hombre de fe, pero creo que cosechamos lo que sembramos.

Y yo sembré en un lugar sagrado: La Esperanza.


 

Los sembré junto con palabras de agradecimiento, y espero que den frutos inagotables en tu vida.

“Gracias”

Repetí esa palabra tantas veces, que creo que hasta el frío de las madrugadas se llevo un caluroso agradecimiento.

 

Gracias por darle vida a mi corazón,

aunque haya decidido irse contigo y dejarme sin su latido en las noches de silencio.

Gracias por darle sentido a mi cuerpo,

aunque haya decidido no ser de nadie más, así el fuego queme y la sed ahogue.

Gracias por darle una inspiración a mi mente,

aunque ahora sea incapaz de escribir ni una línea para nadie.

Gracias por darle aire a mis pulmones,

aunque ahora prefieran llenarse de agua a tolerar el aire en que no estás.

Gracias por obligarme a abrir mis ojos para verte,

aunque ahora no se satisfagan con ninguna imagen.

Gracias por permitirme dibujarte con mis manos,

aunque ahora se quemen con cualquier piel que no sea la tuya y prefieran el frío.

Gracias por darle un norte a mis pies,

aunque ahora caminen sin rumbo buscando lo irremplazable.

Gracias por ser el parque de diversiones de mi lengua,

aunque ahora duerma día y noche y se niegue a salir a jugar.

Gracias por marcar mi piel con tus labios,

aunque ahora marquen otras pieles y la mía sea tierra árida.

Gracias por darme una razón para desvelarme,

aunque ahora no sea capaz de pasar una sola noche entera sin contemplar la oscuridad.

Gracias por darme una razón para despertar,

aunque ahora no logre pensar en nada diferente cada mañana.

Gracias por habitarme y acompañarme en cada viaje, en cada amanecer, en cada paisaje, en cada clima, en cada ritmo, en cada licor, en cada droga, en cada locura, en cada logro, en cada sueño;

aunque yo jamás haya sido parte de tu vida real.

Gracias por tus respuestas pobres y lacónicas,

aunque siempre supe que no había nada más que esperar.

Gracias por cada sonrisa,

aunque ahora los recuerdos sean puñaladas.

Gracias por la verdad,

aunque ninguno de los dos la haya dicho completa.

Hoy me abraza la nostalgia de pensar que ni siquiera tengo una verdad para recordar,

así que me invento una tratando de encontrar la forma de conciliar el sueño;

aunque tú jamás hayas perdido el tuyo.

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