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Volver a nacer

Hoy es un de esos días en los que quieres decir algo y no logras completar el primer renglón, y decirlo te ayuda a empezar.

 

¿Cuántas vidas has vivido? Mejor, ¿Cuántas veces has renacido? Ok, desde el principio ¿cuántas veces has muerto?

 

Sí, ese momento extraño en el que todo termina, no se puede dar un paso adelante y te toca decir ok, perdí, una vez más. ¡Qué momento más bonito! ¿No creen? Seguro no lo es cuando lo estamos viviendo, pero al día siguiente, cuando abres los ojos y te das cuenta de que no conoces nada, que no sientes rabia ni rencor, entonces ves el sol nuevamente y dices ¡ey, no se acabó el mundo, esto sigue!

 

Luego de pasar años fracasando te vuelves profesional, en fracasar; adquieres experiencia, sabes cuáles son los pasos del fracaso, conoces el vacío en el pecho, aquel que se siente cuando las cosas no salen bien; sabes que vendrá un dolor, una desilusión, rabia, preguntas; y entonces, viene lo más bello.

 

Cuando vives ese momento en que te miran con decepción, casi con lástima, cuando eres una sombra, cuando buscas las calles menos transitadas para no tener que saludar a los conocidos, para no tener que explicarles que no lo lograste. Ese momento maravilloso, creo que me he vuelto adicto a él, porque justo cuando buscas un callejón nuevo para evitar las miradas de burla de los que gozan con tu derrota, y las miradas de compasión de los que se creen mejores, justo entonces, en ese callejón, encuentras algo nuevo: así sea el camino mismo, un conejito recién nacido o una margarita bañada de toda su inocencia. En ese camino encuentras una nueva idea, y vaya que sonríes cuando tienes una nueva idea, y llegas a tu refugio emocionado, con ganas de escribir, de soñar despierto y, entonces, vuelves a nacer.

 

Una idea, una semilla, un embrión, el primer renglón de un nuevo libro, las ganas de hacerlo, de correr, de gritar, de hacer, de ser. A ese momento me refiero, ya no eres tú, por lo menos el que eras el día anterior, ese murió. Ya no eres ese personaje arropado en dudas e incertidumbres, vuelves a empezar, vuelves a nacer.

 

“Hoy es un nuevo día” con sol o con lluvia, frío o calor, qué importa, es nuevo. Y si ves a ese que te hizo tanto daño, dale un abrazo, porque fue gracias a su puñal que pudiste volver a nacer, y si te encuentras a la que te traicionó o a la que traicionaste, regálale una sonrisa, es suficiente para alegrarle el día, y para quitarte esa carga, ese lastre que no te dejaba avanzar.

Y volvemos, entonces, a esa parte de nosotros que más nos identifica, que más nos hace sentir nosotros, porque de cada batalla ganada o perdida, siempre guardamos un ápice de algo que aprendimos a amar y que al final será un puñado de nosotros. Yo siempre vuelvo a Facundo, al balón, a las caminatas interminables y a las carcajadas estruendosas; a Samuel, a mi madre y a los abrazos de oso; a bajar la cabeza y abrir el corazón para poder escuchar algo diferente a mi arrogante voz; vuelvo a los dioses que tanto me marcaron, a los escritores que aún me sorprenden y a la música que siempre me sube el ánimo, a la salsa y a di Bari, a Piero y a Celentano; vuelvo Kundera, a Nietszche y a Gabo que siempre me hace reír; vuelvo a los amigos, los pocos, los que ya no están cerca, los de verdad; vuelvo a los amores, a los pucheros de Kata, a la voz de Sandra, a la mirada de Ivonne; vuelvo a las deseadas que no recuerdan mi existencia, pero de quienes recuerdo hasta su olor, porque las soñé y las sueño; vuelvo a mis profesores héroes y a mis estudiantes admirados, esos que después de casi una década aún se alegran de verme y de quienes me siento tan orgulloso. ¡Qué bonito es volver…y volver a nacer!

 

Niño cansón, bobito de la cuadra, soñador incansable, hablador interminable, gritón, pantallero, lambón, disciplinado, admirable, odioso = bachiller. Tronco, terco, veloz, líder, cagón, entregado, apasionado, débil, obstinado, talentoso, experimentado, valioso = futbolista. Ñoño, sapo, desjuiciado, astuto, manipulador, convencido, hábil, inquieto = profesional. Exigente, burlón, puntual, bipolar, sarcástico, divertido = profesor.

 

“y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen sentido”, y espero que la próxima vida, sea la del goce, la de forastero, caminante, visitante, escritor, charlador y alegre gitano. A fin de cuentas, nada es tan importante, nada es trascendental, todos los dolores son pasajeros y las alegrías… también. Así que, sigamos caminando de espaldas, como los Nasa, viendo el pasado de frente y sin rencor, y abriéndonos paso hacia un futuro a ciegas, como entre un matorral, hasta volver a nacer.

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