Edson David
Rodríguez Uribe
Yo no quiero ser recuerdo
quiero que otros te digan palabras tan bonitas, que poco a poco olvides la mías;
que se inventen todo un diccionario para ti,
y te iluminen el rostro con una palabra hermosa cada día hasta tu vejez
quiero que te miren fijamente hasta que borres mis ojos de tu mente;
que tus ojos y sus ojos se tatúen en sus retinas, que se acerquen y sean cíclopes,
y que al despertar cada mañana sólo desees ver sus colores
capaces de dibujar tu sonrisa
quiero que te susurren al oído sin parar hasta que confundas mi voz con cualquier otra,
y que mil voces te digan “te quiero”, otras mil te digan “te amo” y cien mil más te digan “novia mía”,
palabras que jamás repetiré o que jamás se me permitió decir;
que las voces de tus acompañantes te musicalicen la vida,
porque la mía será sinónimo de silencio;
es más,
deseo que leas este texto con tu voz,
no con la mía que se habrá perdido en la nada
quiero que te hagan reír y rían contigo
hasta que mis carcajadas se confundan con el freno brusco de un carro fuera de control;
que tus carcajadas realmente reflejen tu felicidad, y no solo tu apariencia;
que rías a diario
acompañada de tu amor platónico,
o de tu amor eterno,
o de tu amor prohibido,
o de todos tus amores juntos;
que tus carcajadas sean tu idioma
quiero que te escriban textos maravillosos cada día,
hasta que los míos parezcan un mal plagio;
que te escriban tanto,
que nades en textos que narren tu vida feliz;
que se escriban tantas historias sobre ti,
que no puedas recordar el nombre de los autores,
y que mis renglones se desdibujen palabra por palabra
hasta volver a ser una hoja en blanco
quiero que camines de la mano de hombres hermosos,
y te sientas orgullosa de presentarlos como tu pareja, tu novio, tu hombre, tu amor verdadero,
y que no tengas la vergonzosa necesidad de volver a esconder a nadie;
que te rodeen innumerables rostros angelicales y cuerpos deseables,
para que sonrías al presentarlos a todos ante tus amigos, tu familia, tu mundo
quiero que te besen cada rincón,
hasta que la sed de tus poros sea satisfecha por mil lenguas
y olvides de una vez por todas que la mía también pasó por ahí;
que seas líquida, toda humedad, toda deseo,
que te besen, te toquen y te laman cientos al tiempo,
para desintoxicar tu cuerpo de la piel con la que alguna vez te toqué
quiero que te cuenten los lunares, las pecas y las manchitas;
y que les den nombre y les cuenten historias;
para que cuando te mires al espejo y veas el mapa de tu piel,
recuerdes la historia recién contada de cada lugar,
y no las estupideces que yo te decía
quiero que te muerdan cada músculo;
que te den nalgadas que te destrocen;
que te rasguñen la espalda;
que te arrinconen contra la pared hasta que supliques piedad,
hasta que el dolor te haga olvidar que mi cuerpo te habitó
y que tenías que pedir más, ante mi incapacidad de satisfacerte
quiero que recorras mil pieles y pruebes mil mieles,
para que desaparezcan de tu gusto las mías;
que te bañes en sus fluidos;
que los bebas hasta ahogarte,
hasta llorarlos,
hasta sacarlos por tus pezones,
por tus poros,
hasta que olvides tu propio sabor
extasiada por millones de sabores nuevos
quiero que te tatúes hasta el alma,
hasta la satisfacción,
y que lamas mil tatuajes,
mil cicatrices y mil heridas;
para que los míos queden en tu memoria
solo como queda un mal grafiti callejero
que alguna vez viste pero que no vale la pena recordar
quiero que conozcas mil lenguas y un millón de veces te hagan feliz,
que te hagan temblar,
soñar
volar
llorar
gritar
estremecerte;
que no puedas caminar por horas,
que tus piernas sean gelatinas
para que mi lengua muerta no esté ni cerca de merecer un rincón en el baúl de tus recuerdos
quiero que beses mil labios y sientas la respiración de billones,
para que el aire caliente y la saliva tibia del mundo te den un solo sabor
quiero que vueles cada mañana
cada tarde
cada noche
que no aterrices jamás
para que no tengas que volverme a ver;
es más, quiero que te conviertas en pájaro o en mariposa,
y que no dejes nunca de aletear
quiero que camines por las calles, parques y caños del mundo,
para que olvides aquellos en los que alguna vez soltaste una lágrima en mi nombre;
que cada pared te cuente una historia maravillosa
que cada parque te recuerde el mejor momento de tu vida,
y que en cada caño pares un segundo y recuerdes imágenes sin rostro,
porque las locuras no tienen nombre
quiero que cubran tu cuerpo
con oro
plata
jade
cuarzo
ámbar
diamante
rubí
zafiro;
que tengas tantas joyas y gemas,
que puedas deshacerte para siempre de la baratija
con la que pretendí hacerte feliz
quiero que te lleven en los mejores carros
y no dejen jamás de tratarte como una princesa,
para que limpies tu cuerpo de la pobreza
con la que osé mancharte algún día
quiero que entres a los hoteles más lujosos y a los moteles donde llevan a las putas más caras
hasta que sientas que son tu casa
quiero que visites los restaurantes que tanto amas y comas la comida que deleita tu paladar,
acompañada de príncipes azules y locos gitanos;
que conozcas tantos y tantos que aquel que frecuentamos se convierta en un basurero
al que jamás hay que volver
quiero que vayas a los bares a los que jamás me llevaste
y bebas hasta perder la razón;
y que la locura te invada y la felicidad te atropelle,
sin que jamás te toque ni la sombra de la nostalgia
quiero que te deseen, te sueñen y te esperen todos los que te conozcan;
que cada día ilumines un nuevo rostro dispuesto a esperar una eternidad por ti
y cada noche satisfagas un nuevo cuerpo que muera de sed sin tus besos
y te implore compañía
que sean tantos los que te esperan,
que olvides que un día de ilusión
me quedé esperando tu llamada;
que seas el Ulises de millones de Penélopes,
y la Mérope de millones de Sísifos,
porque para ti jamás volveré a ser ni Penélope ni Sísifo
quiero que hagas una locura los lunes para empezar la semana,
tal vez algo de erotismo en tu universidad
dos los martes para quitarte el frío,
por qué no algo de seducción en tu práctica profesional
tres los miércoles para celebrar que la semana está por acabarse,
algo como una encerrona en tu trabajo
diez los jueves que son un buen inicio del fin de semana,
y puedes decir que no fue tu culpa, que no pasaba el transporte, que no tuviste elección
cien los viernes que son los días en los que muestras tu verdadero rostro,
en cualquier baño de un bar, o mejor, sobre una mesa, entre dos, tres, mil apasionados
un millón los sábados que es el único día en el que realmente eres tú,
en un parque
en una finca
en un carro
en cualquier paseo;
en el día que jamás te vi
y que el domingo vuelvas a casa para que tu cuerpo descanse
para volver a empezar y para olvidar las locuras prometidas y jamás cumplidas
quiero que el mundo deje huellas imborrables en ti,
para que cuando te cruces conmigo y con mi mirada fija,
pases por un lado
sin recordar nada
ni desear nada
ni sentir nada
porque yo no quiero ser recuerdo