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Los jóvenes de hoy en día

Cada mañana a las 5:30 a.m. suena el despertador. Entre sueños, John se lamenta por tener que abandonar su cama, el día es frío, llueve un poco y daría lo que fuera por quedarse unos minutos más, tal vez una hora o dos. Pero no se puede, es momento de levantarse, y una voz amorosa se lo recuerda desde la cocina.

 

- Se te va a hacer tarde otra vez – grita la señora María, la madre de John.

 

Cada mañana es la misma lucha. Justo antes del tedioso sonido del despertador, John está flotando en la nada, su cuerpo es liviano y sus ideas se mezclan sin cesar. Pero cuando suena ese espantoso aparato, cae de golpe en la realidad como si un ancla detuviera su vuelo y llega a un mundo frío, silencioso y sin atractivo alguno para él.

 

Con pereza se levanta, con desidia se organiza, con frío sale de casa y empieza a caminar rumbo a su prisión. Va contando los pasos, porque sabe que tan pronto pase las grandes puertas, su libertad se verá limitada

 

Lasciate Ogni Speranza Voi Ch'entrati Quì

 

Su transformación empieza. Al entrar, debe guardar la gorra, subirse los pantalones, caminar derecho, mirar a la cara, decir buenos días y sonreír.

 

Se despoja de su reproductor de música, pero las notas siguen vagando en su mente. Se ha despertado, pero su sueño sigue jugando con sus ideas mientras el profesor trata de captar su atención con datos históricos, fórmulas complejas y mamarrachos en el tablero.

 

- ¿Quién carajos dijo que debía estar aquí? Yo debería estar durmiendo, jugando, viajando o chateando, ¿pero por qué aquí?

 

John saca su Smartphone y empieza a navegar en internet, a ver videos, a jugar on line con sus amigos, a chatear, a tratar de volver al mundo onírico del que fue arrancado hace pocas horas y, de tanto en tanto, a ver si lo que su profesor parlotea allá adelante es cierto o no.

 

Claro, todo a escondidas, porque los niños deben estar sentados derechitos, mirando adelante y haciéndose los que entienden, así la realidad sea otra. Mientras asiente con su cabeza, su imaginación construye batallas en las que el profesor es un dragón, John tiene armadura y sus compañeras son princesas que deben ser rescatadas.

 

Al final de la clase, la pregunta de rigor

 

- ¿alguna duda?

 

Y el silencio se apodera del salón.

 

- Bueno, entonces hagan la tarea y nos vemos la próxima clase

 

- Ahhh nooooo– se siente la desaprobación al unísono.

 

Y al salir, el profesor se lamenta, mira de reojo y dice

 

- Estos pelados ya no quieren hacer nada, en mis tiempos todo era diferente.

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