
Edson David
Rodríguez Uribe

Un jabón en la garganta
¿Alguna vez supiste de un muerto al que le hayan encontrado un jabón de baño en la garganta?
Un jabón completo, seco, completamente atravesado en la glotis, impidiendo el paso de aire, agua o alimento.
Debe ser una forma muy rara de morir. Con el cuello deforme como los dibujos animados de los 90s, y con los ojos gigantes, que mezclan las preguntas ¿Cómo llegó esto aquí? Y ¿qué hago para no morir?
Esa expresión debió ser su última expresión, antes de morir por no poder respirar.
Y cuando la gente pregunte en el funeral: “perdón, no quiero ser morboso, pero es que aún no entiendo de qué murió”. Alguien que cree haber entendido dirá: “imagínate cuando uno dice que tiene ‘un nudo en la garganta’, así pero con un jabón de baño de 12 cm de largo, 8 de ancho y 4 de alto. Pero no se lo tragó, el verdadero misterio es que nadie sabe cómo le llegó eso ahí.
Bueno, en caso de que ese muerto sea yo, les digo que es muy fácil hacer llegar un jabón hasta la faringe.
Lo primero que necesitas es una faringe, y casi todos los humanos tenemos una, de unos 15 o 18 centímetros.
Lo segundo que necesitas es un jabón. No importa la marca. Tampoco es necesario quitarle el empaque de papel, sólo que es un poco más doloroso.
Acto seguido, debes buscar algo que quieras decir; ojalá algo que te mueras por decir, que te tengas que morder la lengua para no decirlo.
Y cuando lo encuentres, te lo vas a tragar. Es más fácil si alguien te recuerda que eso no se debe decir, es más doloroso si te lo dice con mucho amor. Entre más amorosa sea la persona, más difícil será tragarte lo que tienes que decir.
Y cuando te lo hayas tragado completo, vas a descubrir que es difícil pasar saliva, es difícil sonreír y hasta respirar.
Te vas a tocar la garganta a las 3 de la mañana, tratando de entender por qué es tan difícil respirar, y te darás cuenta de que tienes un jabón de baño que no limpia, solo estorba.
Y ahí es cuando la cosa se pone color de hormiga: puedes tomar agüita y rogar que no te lo hayas tragado con todo y empaque, porque en ese caso el agua no sirve de nada.
Puedes saltar en un solo pie, cayendo bruscamente a ver si el impacto hace que baje.
Te puedes dar golpes en la nuca o pedirle a alguien que te cachetee.
Al final, si sale o si te lo tragas, te va a doler la garganta, la cabeza y el estómago. Y habrás aprendido la lección: las cosas que no se dicen, duelen.
Y si no logras sacarlo o tragártelo, vas a ser un cadáver muy caricaturesco, con un pequeño ladrillo a mitad del cuello y con los ojos bien abiertos.
Mi única recomendación es que si tienen algo que decir, lo digan, pase lo que tenga que pasar.
Y que tomen mucha agüita.
Y ya que el agua no me está sirviendo.
Yo necesito decir que va a ser muy difícil ser amigo de Cata.
Es una niña tan amorosa que me dan ganas de abrazarla hasta que su corazón y el mío se acompasen y bailen como una pareja perfecta.
No me atrae físicamente, es decir, sexualmente: no es que yo diga “uy, me encanta el culo de esa mujer” porque no tiene. O que yo diga “tiene una mirada seductora” porque es más sexy ver un oso de peluche.
Sin embargo, cada vez que me llega un mensaje de ella, yo me emociono y lo leo catorce veces.
Y cuando no me escribe, yo voy al chat y leo mensajes viejos solo por sentir que su voz se pasea un rato por mi cabeza.
Es muy respetuosa y siempre elige las palabras correctas, y eso, para un tipo como yo, es una caricia constante. Cuando estamos en un mismo lugar, y la oigo hablar, todas esas palabras lindas bailan a mi alrededor vestidas del color de su voz y con su acento “neutro”.
Ella cree que es neutro, pero mi oído implacable supo de inmediato que ese registro es peligrosísimo. Así como cuando uno escucha un ñero y esconde el celular; yo escuché a Cata y traté de esconder el corazón, porque esa forma de hablar, me lo habría robado en segundos.
Yo me comprometí a ser su amigo y quiero cumplir con mi palabra, en serio. Pero luego la veo sonreír, me río con sus muecas y me embobo con sus miradas coquetas. Y entonces entiendo que ella atrae gente sensible, y si uno se acerca demasiado, es casi imposible salvarse.
Hace un par de horas, me dormí pensando que no lo voy a lograr, que voy a amanecer con un jabón en la mitad de la garganta. Por eso estoy tratando de sacarlo.
Estoy tratando de decir que me duele mucho que una persona tan linda llegue a mi vida y yo no tenga ni una oportunidad de estar a su lado.
Y que tratar de ser su amigo es terriblemente extraño, no sé si es un gran privilegio o una maldición.
Mi último pensamiento anoche fue que me tenía que alejar de ella, pero sentí ese jabón en el cuello, y me tuve que levantar a tomar agua.
Y aquí estoy, tratando de decir que haré todo lo necesario por ser su amigo, sin sexualizarla ni enamorarme, pero que me da mucho miedo no lograrlo, y terminar huyendo despavorido, antes de amanecer con un bloque de jabón que no me deja hablar, llorar ni respirar.